Es fascinante lo incongruente de los miedos. Algo inexplicable
e injustificable.
Debido a mi trabajo, al que mis amigos denominarían con el
apelativo cariñoso de “cazafantasmas”, pero que a mi me gusta llamar, técnico aplicador
de sanidad medioambiental, o mata-cucarachas,
veo insectos de toda clase todos los días, hormigas, abejas, avispas,
saltamontes el más común de ellos, la blatella germánica o “ que asco, una
cucaracha”. También veo , ratas, ratones, incluso alguna vez recibí una llamada
por una plaga de ranas.
Sin embargo, el único artrópodo que no puedo ver es la
araña. Cualquiera de ellas me da pánico. Pequeña, grande, con patas largas,
cortas, peludas. Da igual que por su
tamaño no pueda si quiera morderme o pueda meterse mi puño en la boca ( sí, las
hay, que en el amazonas están saltando de un árbol a otro cazando pájaros), el
miedo es el mismo , una sensación de impotencia, que deriva en dos posibles
comportamientos: la quietud marmórea, o la velocidad de la luz.
Y es que puedes afrontar cosas que parecen mil veces peores,
pero una fobia es algo complicado, que no tengo intención ni de intentar
resolver, prefiero que ellas se mantengan al margen de mi , que yo me mantendré
al margen de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario